lunes, febrero 02, 2009

EL RESERO




"Llegar no es, para un resero, más que un pretexto de partir".



Puede verse el relieve frontal del "Monumento al Payador y al Resero",con una escena tipica de arreo,si hasta parecen escucharse los ecos lejanos del tradicional ¡Hopa!..¡Hopa!..
El detalle de la derecha nos muestra una pose tipica, el animal adelanta una mano y una pata del mismo lado , como lo hacen los caballos criollos, a los que se adiestra de este modo para que caminen con suavidad. No sea cosa que el resero se quede dormido y se caiga,en su larga y trajinada jornada.-
Los relieves del Monumento son un homenaje a una actividad tan específica como la del Resero; una actividad que tiene en cuenta la unión entre el trabajador de campo, el traslado de la hacienda y la principal producción típicamente nacional.Que, si puntualmente resero contiene a todo el que trabaja con la res, no es menos cierto que su nombre se ha unido a aquel hombre que de día y de noche recorre los caminos de la Provincia cuidando de los animales que se le confían; no hay lluvia, viento, calor, frío que se interponga en su trabajo: sabe que la hacienda debe llegar a su destino contra toda circunstancia que se atraviesa.

Sin duda han sido innumerables los reseros que tuvieron su asiento en esta zona,no hay registros de todos ellos,muchos han quedado en la memoria de sus descendientes y un buen numero,retirados hace años,permanecen entre nosotros y nos han hecho llegar sus vivencias.A ellos ,la Comision "Pro Monumento al Payador y al Resero",ha querido rendirles homenaje y a traves de ellos a todos quienes les precedieron.Muchos de los homenajeados han sido protagonistas de arreos a lugares tan distantes como Villa Regina ,Pcia de Rio Negro,o Las Flores y Liniers,en Pcia de Buenos Aires y Capital Federal,por citar solo,algunos destinos,pero casi todos llevaron sus arreos,camino a la feria,por donde hoy se yergue el Monumento de Homenaje al Payador y al Resero.-
Han sido merecederores del reconocimiento expresado a traves de la entrega de Medallas Recordatorias:
Edvento Alfredo GONZALES-Hector PALMARES-Eudarde IZARDE-Santos FUNES -Florentino OCAMPO y Ramona Fernandez de QUINTANA,quien recibio el reconocimiento por los Reseros fallecidos.-

Un poco de Historia
Al decir de Don Ricardo Güiraldes en su obra gaucha “Don Segundo Sombra”. “¡Quién más dueño del campo que el resero!". La historia de los arreos, es la historia de una de las actividades más características del gaucho, la que este prototipo seminómade de nuestra llanura practicó junto con otras que le dieron su perfil más conocido, y en la que finalmente buscó y halló su último refugio como tropero o resero, cuando el progreso y la selección en la ganadería, el alambrado y el ferrocarril le arrebataron el horizonte inalcanzable de la llanura que le pertenecía por derecho propio, al haberla atravesado en sus correrías y arreos durante siglos.
Desde sus orígenes el gaucho, extrajo y perfeccionó al máximo su destreza como jinete de las pampas, con el contacto con las vaquerías practicadas para perseguir y sacrificar ganado, para sacarle solamente el cebo y el cuero, y también para juntar y aquerenciar, es decir, recoger el ganado cimarrón para llevarlo a otros campos a fin de poblar con ellos las primitivas estancias.
Uno de los primeros y más eficientes organizadores de tropas en el Río de la Plata, fue Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias, que había participado en las primeras tropeadas de vacas desde Asunción (Paraguay) hasta Santa Fe, dispuestos por Don Juan de Garay en 1580, con destino a la repoblada Buenos Aires y que luego organizó arreos hacia Concepción del Bermejo y a San Juan de las Siete Corrientes, completada su fundación en 1588, con una tropa de 4000 cabezas de vacunos y yeguarizos.
Ya siendo gobernador de Santa Fe, Hernandarias siguió repoblando estancias de esa provincia, para lo que precisó valerse de hábiles jinetes que supieran sacar el vacaje cimarrón de su querencia para arrearlo y custodiarlo, evitando los desbandes, e incluso las incursiones de los indios que intentarían robarlo, rondando por la noche y hacerlo cruzar ríos y arroyos a nado para lo cual los gauchos troperos santafecinos, se convirtieron en verdaderos especialistas.
Hubo en esa zona de Santa Fe, un hacendado que se destacó en arreos de yeguarizos y mulas a Mendoza y al Perú, llamado Francisco Candioti, apodado por su fortuna acumulada con sus tropas, “El Príncipe de los Gauchos” , y que llegó a ser gobernador de esa provincia.
Los hermanos Robertson lo mencionan así en sus memorias de 1814, como vecino influyente y respetado y que fuera la figura más distinguida de gaucho rico vista por ellos en aquellos tiempos, cuyo noble y generoso espíritu lo hacía querer por todos los comarcanos.
Destacan su porte en el vestir y el lujo del emprendado con que enjaezaba su caballo, el cual era un lustroso y potente zaino colorado, quizá el más hermoso que habían visto en el país. .
Continuando con los arreos, otro importante e histórico fue el de 40.000 cabezas desde Bs.As. a la Banda Oriental, allá por el 1719, que ocupó 180 peones y 1600 caballos y el de 35.000 cabezas que el coronel Juan Manuel de Rosas envió al brigadier López en 1820 desde Bs.As. a Santa Fe, para sellar el Tratado de Benegas, que terminó con la guerra entre ambas provincias.
Estas grandes tropas que atravesaron montes, esteros, pajonales y campos abiertos, llegaron a tener hasta cuarenta cuadras de largo, y las peonadas debían distribuirse detrás, a lo largo de sus costados, y en la cabecera de esta línea para cuidar los desbandes, al punto que durante una tropa que en 1870 con destino a Mendoza, fue atacada por los indios ranqueles desde atrás y a pesar de haber habido disparos de fusiles, gritería y choque de lanzas y sables, los arrieros y capataces de la cabecera no se enteraron de nada.
Estos troperos ya en el siglo XX se convirtieron en reseros, según la denominación bonaerense, por el hecho de arrear reses gordas desde ferias y estancias a los mercados y en particular, a los Corrales Viejos de Bs.As., no ya a través de campo abierto, sino por los caminos y callejones, ahora definidos por alambrados.
Capataces, reseros y troperos curtidos por el sol, por las heladas y las lluvias, hoy son casi leyendas o historias de arreos. Estos episodios y hombres,son parte de nuestra historia, de nuestra valiosa tradición campera y de nuestra grandeza nacional, que se hizo no solo en la guerra, sino también en la paz, sobre el lomo de un caballo criollo.-


Fragmento del Ultimo Capitulo de "Don Segundo Sombra"
..........Tres años habían transcurrido desde que llegué, como un simple resero, a trocarme en patrón de mis heredades. ¡Mis heredades! Podía mirar alrededor, en redondo, y decirme que todo era mío. Esas palabras nada querían decir. ¿Cuándo, en mi vida de gaucho, pensé andar por campos ajenos? ¿Quién es más dueño de la pampa que un resero? Me sugería una sonrisa el solo hecho de pensar en tantos dueños de estancia, metidos en sus casas, corridos siempre por el frío o por el calor, asustados por cualquier peligro que les impusiera un caballo arisco, un toro embravecido o una tormenta de viento fuerte. ¿Dueños de qué? Algunos parches de campo figurarían como suyos en los planos, pero la pampa de Dios había sido bien mía, pues sus cosas me fueron amigas por derecho de fuerza y baquía. Está visto que en mi vida el agua es como un espejo en que desfilan las imágenes del pasado. A orillas de un arroyo resumí antaño mi niñez. Dando de beber a mi caballo en la picada de un río, revisé cinco años de andanzas gauchas. Por último, sentado sobre la pequeña barranca de una laguna, en mis posesiones, consultaba mentalmente mi diario de patrón...............

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